HAY UNA SOLUCIÓN

HAY UNA SOLUCIÓN
Oración de la Serenidad: Dios concédeme SERENIDAD para aceptar las cosas que no puedo cambiar… VALOR para cambiar las que puedo… y SABIDURIA para reconocer la diferencia…

11.7.11

Salvando mi vida

El servicio que presté en mi primer año de estancia en el Programa de alcohólicos anónimos fue de Vocal I. Ya tenía algunos meses de estar asistiendo a las reuniones, cuando una de tantas noches hubo elección de la nueva Junta de Servicio del Grupo, al cual yo asisto. Ya casi al final cuando ya habían elegido los cargos de Coordinador, Secretario, Tesorero y Literatura toco elegir al vocal primero y ese tan significativo cargo recayó en mí persona; vocal I era el encargado de repartir el café todos los días durante todas las noches, durante cuatro meses (en este grupo se reparte el café a las nueve de la noche, media hora antes de la 7ª.Tradición).

Me recuerdo que siempre llegaba antes que se iniciara la reunión porque tenía que lavar unas 20 a 25 tasas y otros utensilios que se utilizaban en este menester, el lavadero estaba fuera del local y cargaba las cosas dentro de una caja de plástico, color amarillo, allí habían tasas aún con sobras de café, otras con colias de cigarros, otras con manchas de lápiz labial, con chicles o servilletas. Era tiempo de invierno y a veces llovía y tenía que cubrirme pare evitar mojarme, algunas veces un compañero amablemente me cubrió con un paraguas.

Siempre trataba que todo quedara bien limpio, aunque hubo alguien que me dijo que no me preocupara porque los borrachos están acostumbrados a usar vasos sucios en los bares y cantinas. Es una gran experiencia el prestar este servicio. Recuerdo que mientras preparaba y servía el café ya dentro del local del grupo, escuchaba detenidamente las intervenciones de cada uno de los compañeros que compartían desde la tribuna, o sea que mientras preste el servicio del café no me perdí ninguna de las reuniones diarias.


Sabía los gustos para tomar café de la mayoría de compañeros, unos lo tomaban con 2 cucharaditas de azúcar, otros con una y media, otro sin azúcar, otro bien cargado, otros no querían café, preferían tomar té y otro me hacia algún reclamo. Pero nunca me disguste con ninguno de ellos, siempre realice el servicio con amor porque me estaban salvando la vida. Después de haber realizado este servicio mi actitud ante la vida cambió, me había sentido útil, no me habían dado ganas de beber, incluso en mi propia casa fui más servicial. He repetido este servicio algunas otras veces, siempre con mucho cariño y agradecimiento, también he comprendido que cada quien de los miembros tiene su forma de servir.

Anónimo.