10 de Junio 2011 76º Aniversario Mundial de Alcohólicos Anónimos (1935-2011)
El día que conocí a Bill W. (tercera parte)
Artículo de la Revista TV ESPAÑOL entrevista hecha por el periodista salvadoreño José Bernardo Pacheco en el año de 1967.
“Durante una de mis interminables noche de insomnio, caí al fondo del abismo, al infierno mismo
-recordó Bill- y se acabó mi terco orgullo e imploré con todas la fuerzas de mi alma: si existe un Dios, que se muestre, estoy dispuesto a todo, a todo”. De pronto su habitación del hospital se iluminó con una intensa luz blanca y un extraño éxtasis inundó y se apoderó del cuerpo de Bill. “Un viento, no del aire sino del espíritu soplaba y me sacudía intensamente; me sentí en paz y pensé que por muy malas que parezcan las cosas siempre están bien con Dios y su mundo”, me aseguró Bill.
El 18 de diciembre de 1934 Bill salió del hospital y nunca en su vida volvió a probar el alcohol, y siempre tuvo el cuidado de aclarar que la mayoría de alcohólicos no sufren experiencias como la suya. “La mayoría encuentra lentamente a su Dios, a su Ser Superior”.
Durante sus primeros meses de sobriedad Bill sacaba borrachos de las cantinas y los llevaba a las reuniones del Grupo Oxford, donde trataba crearles conciencia sobre los grandes peligros del alcoholismo pero ninguno se recuperó. Trató de ayudar a los pacientes del Hospital Towns, pero también fracaso en su intento por recuperar en su fase final a muchos alcohólicos.
Recuperado en su alcoholismo, Bill volvió al trabajo en las inversiones., pero en su viaje de negocios a la ciudad de Akron, Ohio, sintió el imperioso deseo de beber alcohol por lo que llamó por teléfono al azar, a una iglesia, y preguntó si por allí se encontraba algún alcohólico empedernido con quien poder platicar. Esta llamada lo condujo milagrosamente al doctor Robert Smith (el Dr. Bob), alcohólico desesperado que había tratado de dejar de beber y no lo había logrado...
Bill y el Dr. Bob platicaron extensamente durante varias horas. Bill no predicó, sino relató su historia y su sed imperiosa de alcohol de apagó, como se apaga con la fuerza del agua un voraz incendio que lo está convirtiendo todo en cenizas. Después de una terrible borrachera, algo similar le ocurrió al Dr. Bob quien bebió su último trago el 10 de junio de 1935, naciendo de esta manera la Sociedad de Alcohólicos Anónimos, aunque aún no tenía nombre. “Yo comprendí, en el acto, que en mi feliz encuentro con el Dr. Bob se sentía poderosamente la mano de Dios”, me confeso Bill.
En 1938 Bill escribió un libro de 164 páginas con el título de Alcohólicos Anónimos del que se vendieron pocos ejemplares, pero la hermandad siguió creciendo. En 19441, el diario THE SATURDAY EVENING POST publicó un artículo sobre alcohólicos anónimos causando gran sensación, lo que hizo brotar grupos de A.A. por todo el país y, más tarde, por todo el mundo. La semilla sembrada por Bill y el Doctor Bob había germinado dando grandiosos frutos porque el libro Alcohólicos Anónimos ha sido traducido a más de 35 idiomas y sólo en 1985 se vendieron 70 mil ejemplares, sumando en total cerca de 90 millones de copias vendidas hasta ahora y grupo que Bill inauguró en Brooklyn en 1935 tiene en la actualidad más de 250 mil grupos afiliados.
El 24 de enero de 1971 murió Bill W. a la edad de 75 años víctima de enfisema, dejando una herencia de bienestar a la humanidad como nadie lo ha hecho. El mundo entero entristeció, y dos días más tarde el diario The New York Times publicaba la nota necrológica en la primera página, conociéndose su nombre completo: William Griffith Wilson.