Porque sin
cierta dosis de humildad, ningún alcohólico puede permanecer sobrio... Sin
ella, la vida no tiene un fin muy útil, o, en la adversidad, no pueden reunir
la fe que se necesita para afrontar cualquier emergencia.
¿Por qué pongo
tanta resistencia a la palabra “humildad”?
Yo no soy humilde ante otra gente, sino ante Dios, como yo lo concibo.
Humildad significa “demostrar un respeto sumiso”, y al ser humilde me doy
cuenta de que yo no soy el centro del universo. Cuando bebía, el orgullo y el
egocentrismo me consumían. Creía que el mundo entero giraba a mí alrededor, que
yo era el capitán de mi destino. La humildad me hace posible depender más de
Dios para que me ayude a vencer mis obstáculos y mis propias imperfecciones
para poder desarrollarme espiritualmente. Tengo que resolver problemas más difíciles
para aumentar mi pericia y cuando encuentre los obstáculos de la vida pueda
aprender a vencerlos con la ayuda de Dios. La comunicación diaria con Dios
demuestra mi humildad y me hace darme cuenta de que un ser más poderoso que yo
está dispuesto a ayudarme si dejo de tratar de hacer, yo, el papel de Dios.
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