A pesar de haber conocido, bastante según yo, sobre mi religión, no pude ponerla en práctica cuando me llegó el momento. Ignoraba que tenía en mis manos la solución a los pocos problemas que ese tiempo de mi juventud me atormentaban.
En vez de poner mi vida al cuidado de Dios, ahogué mis penas en una botella y desperdicie una buena parte de mi vida en las noches de borracheras, resolviendo mis problemas con sueños y resentimientos. Creía que un día el mundo me devolvería lo que había perdido y que me daría lo que según yo me merecía, realmente estaba loco, jugando a ser favorecido de la buena suerte y cuando perdí, me quise recompensar con mi propio castigo.
Fui un irresponsable porque con mi egoísmo lastimé a mi familia y no tengo la menor idea de haber disfrutado y mucho menos sacrificado mi tiempo para ellos. Solo recuerdo que vivía entorno al alcohol y no disfruté de la niñez de mis hijos o de la atención de una esposa. Siempre me acompaño la soledad y la angustia.
Así cabizbajo, tembloroso, con las manos mojadas, ignorando una lista de defectos que afloraban, llegué al grupo de alcohólicos anónimos pidiendo ayuda, ellos me extendieron la mano y me siguen ayudando para ir saliendo del infierno y de mi locura. Ahora trato que mi vida gire en torno a la recuperación, a la unidad y al servicio.
Anónimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario