HAY UNA SOLUCIÓN

HAY UNA SOLUCIÓN
Oración de la Serenidad: Dios concédeme SERENIDAD para aceptar las cosas que no puedo cambiar… VALOR para cambiar las que puedo… y SABIDURIA para reconocer la diferencia…

30.6.11

Mas sugerencias para los recién llegados a un grupo...


PONERSE EN ACTIVIDAD

Mientras más pensemos acerca del trago, del cual estamos tratando de alejarnos, más ocupará nuestra mente, por supuesto. Y eso no es bueno. Es mucho mejor ocuparse en algo, cualquier cosa que sea, que absorba nuestra mente y canalice nuestra energía hacia la salud.

Todas aquellas horas que anteriormente gastábamos, planeando, consiguiendo nuestra bebida o bebiendo o recuperándonos de sus efectos inmediatos; se nos presentaron de repente como huecos de tiempo, grandes y vacíos que teníamos que llenar de alguna manera.

¿Qué podemos hacer entonces? A continuación dos actividades útiles y provechosas, en el orden de su eficacia como las hemos experimentado:

A. Actividad dentro de A.A.

De hecho, antes de que usted tome una decisión acerca de su problema de bebida, sería una magnífica idea que gastara algún tiempo observando nuestra agrupación. No se preocupe, el sentarse para observar las reuniones de A.A. no lo convierte a usted en alcohólico o en miembro de A.A., así como el sentarse en un gallinero no lo convierte en gallina.

Cuando terminan las reuniones de A.A., usted verá generalmente que algunos de los presentes empiezan a organizar el salón, recoger las tasas y vasos, arreglar las sillas, encargándose de limpiar y guardar los utensilios usados para el café.

Únase a esas personas. Se verá sorprendido por el efecto que pueden ejercer sobre usted estas pequeñas rutinas. Usted puede ayudar a lavar los utensilios, limpiar el piso o guardar la literatura.

A medida que usted permanece dentro de un grupo de A.A., podrá observar otras tareas que necesitan efectuarse. Escuchará al secretario dar los avisos y verá al tesorero hacerse cargo de las contribuciones. El servir en una de esas funciones, una vez que usted haya adquirido algún período de abstención (90 días en la mayoría de los grupos), es una magnífica manera de ocupar parte del tiempo que antes utilizaba para beber. (Folleto: “El Grupo de A.A.”).

B. Actividad no relacionada con A.A.

Después de nuestro primer mes de abstención, muchos de nosotros notamos una gran diferencia. Después de tres meses, nuestras mentes parecen aún más claras. Cada vez los cambios son sorprendentes. A continuación una lista de lo que podemos hacer durante esas épocas:

1. Caminar en lugares distintos, no marchas fatigosas

2. Leer o tratar de leer aunque nos cansemos muy pronto

3. Asistir a museos o galerías de arte

4. Hacer ejercicios: natación, atletismo, yoga, otras formas de deporte aconsejadas por el médico

5. Ponerse manos a la obra en aquellas tareas abandonadas, limpiar el desván, contestar cartas, o algo que veníamos posponiendo

6. Ensayar un nuevo hobby o entretención, nada que sea costoso o exigente, sino una diversión agradable en la cual usted no necesite ganar o competir

7. Reanudar un antiguo pasatiempo, excepto el que usted ya sabe. Las acuarelas, Herramientas, acordeón, ping pon o una colección de discos.

8. Tomar un curso. Algo que usted siempre ha deseado. Pero si el estudio se convierte en algo pesado no vacile tampoco en abandonarlo.

9. Ofrecerse de voluntario para prestar servicios útiles.

10. Hacer algo acerca de nuestra apariencia personal

11. ¡Ensayar algo totalmente frívolo! Por ejemplo dedíquele un tiempo o fiesta en seco a otra persona no alcohólica.

12. Llene este espacio usted mismo.

Precaución: TOMELO CON CALMA

28.6.11

Vive y deja vivir, es uno de los tres Axiomas que A.A. ha adoptado como principio de recuperación. Nosotros los alcohólicos anónimos damos algunos usos especiales a ese refrán para ayudarnos a no beber. Particularmente nos ayuda a llevarnos bien con las personas que alteran nuestros nervios.

Reviviendo una vez más una pequeña parte de nuestras historias de bebedores, muchos de nosotros podemos ver cómo muy frecuentemente nuestro problema alcohólico estaba relacionado en una y otra forma con las demás personas.

Nos sentíamos temerosos aun de personas que no nos habían criticado. Nuestra sensación de culpa nos hacía ultrasensibles con todos los que nos rodeaban, y alimentábamos resentimientos, En ocasiones cambiamos de bar, trabajo o vecindario con el único objeto de evitar vernos con determinadas personas.

Un gran número de personas además de nosotros mismos, estaba en una u otra forma involucrada en nuestra bebida, hasta cierto grado.

Cuando dejamos de beber, fue para nosotros un gran alivio encontrar que las personas que conocimos en A.A., los alcohólicos recuperados, perecían ser muy diferentes; reaccionaban hacia nosotros, no con crítica y sospecha, sino comprensivamente y con sincera preocupación.

Sin embargo, es perfectamente natural que todavía encontremos algunas personas que alteran nuestros nervios, tanto dentro como fuera de A.A.

Para empezar a poner en práctica el concepto “Vivir y dejar vivir”, debemos encarar este hecho: Hay personas en A.A., y en todas partes, que dicen cosas con las que nosotros no estamos de acuerdo, o hacen cosas que no nos gustan, el aprender a vivir con las diferencias es esencial para nuestra comodidad. Es exactamente en esos casos cuando hemos encontrado la extrema utilidad de decirnos a nosotros mismos “Vivir y dejar vivir” No importa cuál ofensivos o desagradables nos parezcan, ciertamente no vale la pena que nos pongamos a beber por ellos.

Nadie nos amarro para vaciar el licor en nuestras gargantas. Así como nadie nos obligó físicamente a beber, ahora tratamos de asegurarnos de que nadie nos obligue mentalmente a beber, tampoco. Hemos encontrado que no tenemos el deseo de permitirle a nadie a que maneje o que arruine nuestras vidas

.....de Vivir en Sobriedad..

 

24.6.11


Alcoholismo: Es una enfermedad crónica producida por el consumo incontrolado de bebidas alcohólicas, lo cual interfiere en la salud física, mental, social y/o familiar así como en las responsabilidades laborales...

RECORDAR QUE EL ALCOHOLISMO ES UNA ENFERMEDAD INCURABLE, PROGRESIVA Y FATAL

Muchas personas en el mundo saben que no pueden comer determinados alimentos porque si los consumen, inmediatamente adquieren una sensación muy desagradable y más aún pueden llegar a enfermarse.

Algunas personas reprochan y se quejan no serle permitido comer alguna sustancia deliciosa, pero debemos aprender a vivir con los cuerpos físicos que tenemos.

Nuestro problema alcohólico inevitablemente se fue volviendo cada vez más serio. Los médicos dicen que el alcoholismo se va volviendo cada vez peor a medida que la persona va envejeciendo. Además de progresivo, el alcoholismo es incurable en el sentido de que no podemos cambiar nuestra química corporal para regresar al estado de bebedores normales, y moderados, bebedores sociales que tantos de nosotros fuimos durante nuestra juventud.

Ninguna clase de tratamiento médico o siquiatra ha “curado” a nadie del alcoholismo. Hemos visto a muchos alcohólicos bebiendo hasta su muerte, en el delirium tremens, por convulsiones, con cirrosis. Pero también por accidentes automovilísticos, por incendios, neumonía, ahogamiento, suicidio, etc. ciertamente algunos de los A.A. no llegamos a tales extremos pero podríamos llegar si continuamos bebiendo.

Muchas personas simplemente niega esa verdad, ignoran su condición, no aceptan el tratamiento, sufren y mueren. Pero existe otra forma de encarar el problema: Usted reconoce plenamente la seriedad de su condición, y lleva a cabo todos los puntos necesarios para alcanzar una vida saludable. Aceptamos nuestro alcoholismo como una característica de nuestro cuerpo, así como hemos aceptado nuestra estatura, nuestra necesidad de anteojos o cualquier alergia que podamos tener.

Hemos aprendido que no se deriva ningún bien de la lamentación inútil y la preocupación acerca de la forma como nos convertimos en alcohólicos. El primer paso hacia una sensación de bienestar, hacia la recuperación de nuestra enfermedad, es simplemente no beber.

¿No sería preferible para usted el reconocer que tiene una condición de salud que puede tratarse exitosamente, que gastar una cantidad de tiempo preocupándose miserablemente acerca de lo que está mal en usted? Nos damos cuenta que esta es una mejor apariencia y de mayor sensación que cuando bebíamos, una presentación triste que nos habíamos acostumbrado a ver. Ahora nos sentimos, actuamos y pensamos diferente. Quienquiera que lo desee puede hacer esta prueba de un nuevo concepto de sí mismo, las veces que quiera.

Usted tiene el pleno derecho de volver a tomar su miseria si realmente la desea o puede mantener esta nueva imagen de sí mismo, si la prefiere. Esto también le corresponde por derecho.

22.6.11

USAR EL PLAN DE LAS 24 HORAS

En nuestros días de bebedores, se nos presentaban frecuentemente épocas tan malas que jurábamos, “nunca más”. Hacíamos promesas por términos de hasta un año, o le prometíamos a alguien que no volveríamos a tocar el licor durante tanto tiempo. Y por supuesto tratamos de hacerlo.

Éramos absolutamente sinceros cuando expresábamos estas declaraciones con firmeza y convicción, deseábamos no sentirnos borrachos otra vez. Pretendiendo alejarnos del alcohol durante un periodo largo e indefinido.

Eventualmente se desvanecía el recuerdo de los votos y lo juramentos, y todo el sufrimiento que los había ocasionado. Volvíamos a beber. Nuestra época de abstención, ese “nunca jamás” había sido un tiempo muy corto.

Prometimos ya no beber el “trago fuerte”, pero luego entendimos que también el vino y la cerveza nos afectaban porque los bebíamos en mayor cantidad para sentirnos como queríamos.

Otros de nosotros cumplíamos con nuestra promesa del tiempo fijado pero, para que viniera después una gran inundación de la bebida; ahora con la carga adicional de una nueva sensación de culpa y remordimiento.

Nosotros los A.A. tratamos de evitar hacer juramentos, porque nos recuerdan todos nuestros fracasos. Sabemos que es más realista y más exitoso el decir simplemente: “Solo por hoy no voy a beber”.

Aun si bebimos ayer, podemos decir no beber el día de hoy, puede ser que mañana volvamos a beber pero ¿quién sabe si estaremos vivos? No importa cuál sea la tentación o provocación, tenemos la determinación de llegar a cualquier extremo que sea necesario para no beber el día de hoy.

A nadie le prometemos dejar la bebida, es nuestra vida y nuestra salud la que se encuentra en peligro, somos nosotros y no nuestros familiares o amigos quienes tienen la obligación de dar los pasos necesarios para recuperarnos.

Si el deseo de beber es más fuerte, varios de nosotros dividimos las 24 horas en partes más pequeñas, una hora por ejemplo. La próxima copa podría obtenerse posteriormente, pero en este instante la posponemos por lo menos durante este momento o el resto del día.

El plan de las 24 horas se puede iniciar en cualquier momento y en cualquier lugar. Podemos decir no tomar una copa en estos 5 minutos o en las próximas 24 horas. Esta idea se convierte en parte vital de nuestra manera de pensar.

....  del libro... Vivir en Sobriedad

21.6.11

EVITAR EL PRIMER TRAGO


Una de las expresiones que se oyen constantemente en los grupos de A.A. son: “Si usted no ingiere el primer trago, nunca se emborrachará”.

Muchos de nosotros, cuando comenzábamos a beber, nunca deseábamos tomar más de una o dos copas. Pero a medida que el tiempo fue pasando, incrementábamos el número. Luego, en años posteriores, nos encontramos bebiendo cada vez más, y algunos de nosotros llegamos a emborracharnos y a permanecer en ese estado durante lapsos considerables.

Si ese estado llegaba a molestarnos, podíamos disminuir o cortar del todo, o tratar de limitarnos a una o dos copas, o cambiar de licor fuerte a un licor más suave como cerveza o vino. Por último, tratábamos de limitar la cantidad, buscando en esa forma evitar las borracheras fuertes y desastrosas. O tratábamos de esconder a los demás nuestra situación.

Ocasionalmente, llegábamos a interrumpir totalmente el consumo alcohólico, y durábamos algunos días sin beber en absoluto.

Y luego se presentaba la ocasión, cuando dos o tres tragos nos hacían sentir bien, y por consiguiente pensábamos que uno o dos más no nos harían daño. Volvíamos a esta en la misma situación de antes.

Tantas y tan repetidas experiencias nos han forzado a llegar a esta conclusión de lógica indiscutible: Si no ingerimos el primer trago, nunca podremos emborracharnos. Por consiguiente, en lugar de planear no volver a beber nunca, o tratar de limitar el número de tragos o la cantidad de alcohol, hemos aprendido a concentrarnos en evitar únicamente, una copa: la primera.

........Tomado de Vivir en Sobriedad

15.6.11

Extraído de...         Vivir en Sobriedad    (algunos de los métodos que los miembros de A.A. han utilizado para no beber).


La sugerencia de que si pudiéramos “permanecer abstemios” era casi insultante. Porque muchos de nosotros no nos consideramos borrachos. La abstención absoluta de no tomar bebida alcohólica de ninguna clase, es la base de recuperación del alcoholismo, una sola copa conduce al bebedor a muchas dificultades. Según la Asociación Médica Norteamericana, el alcohólico cree poder tolerar otra, y otra, y otra copa más.

El alcohólico puede aprender a controlar su enfermedad pero no podrá ingerir alcohol sin consecuencias adversas. Dejar de beber no significa estar tristes, la vida en abstención es una vida real, una experiencia fascinante.

El programa de Recuperación de Alcohólicos Anónimos está escrito y detallado en los siguientes libros: “Alcohólicos Anónimos” y “Doce Pasos y Doce Tradiciones”, en donde se tratan métodos que han sido utilizados para vivir sin beber y se invita cordialmente a ensayarlos, estén o no interesados en Alcohólicos Anónimos.

Para poder acostumbrarse a no beber es necesario reemplazar viejos hábitos por unos totalmente nuevos por ejemplo, en lugar de beber la copa que se está programando, dé unos sorbos de gaseosa o jugo de frutas en lugar de la bebida alcohólica. También hemos aprendido a no hacer o evitar algunas cosas, cosas que ponen en peligro nuestra recuperación.

El Libro del cual han sido extraídas estas ideas es como un manual sencillo que puede consultarse en distintas ocasiones y no como algo que una vez leído de una vez, para luego olvidarse. Hay dos precauciones que han demostrado de ser de mucha ayuda:

a) Mantenga una mente abierta. Si hay alguna idea que no le parezca, en vez de rechazarla mejor hágalas a un lado por u tiempo, sino cerramos totalmente nuestras mentes a ellas. Algunos de nosotros vimos en la oración una ayuda poderosa para no beber, al tiempo que otros evitaron cualquier cosa que tuviera que ver con la religión, pero todos nosotros tenemos la libertad de cambiar nuestra actitud acerca de estas ideas.

b) Use su Sentido Común, hacemos uso de una inteligencia normal y corriente para aplicar la sugerencias, si nos hace mal el comer dulces por la diabetes obviamente tendrán que buscar un substituto que no ponga en peligro su salud. ¡Tómelo con calma, pero actúe! La bebida prolongada ha causado problemas médicos en algunos casos muy serios que, sería mucho mejor buscar la ayuda médica y siempre continuar con el programa.

CONTINUARA..............

9.6.11

I N V I T A C I Ó N

Viernes 10 de Junio de 2011 en el Grupo "San Cristóbal" a la hora acostumbrada de 8 a 10 de la noche, reunión dedicada al 76 ANIVERSARIO MUNDIAL DE A.A.; breve Reseña Histórica por el compañero Jorge Rodolfo M. del Grupo "Concordia". Papiada y Agradecimientos de la Nueva Junta de Servicio.

Allá esteremos


A.A. tuvo su comienzo en 1935, en Akron, Ohio, como resultado del encuentro de Bill W., un agente de Bolsa de Nueva York, y el Dr. Bob S., un cirujano de Akron. Ambos habían sido alcohólicos desahuciados.

Antes de conocerse, Bill y el Dr. Bob habían tenido contacto con el Grupo Oxford, una sociedad compuesta en su mayor parte de gente no-alcohólica, que recalcaba la aplicación de valores espirituales universales a la vida diaria. En aquella época, los Grupos Oxford de América estaban dirigidos por el renombrado clérigo episcopaliano el Dr. Samuel Shoemaker. Bajo esta influencia espiritual, y con la ayuda de su viejo amigo, Ebby T., Bill había logrado su sobriedad y había mantenido su recuperación trabajando con otros alcohólicos, a pesar del hecho de que ninguno de sus candidatos se había recuperado. Mientras tanto, el ser miembro del Grupo Oxford de Akron no le había dado al Dr. Bob la suficiente ayuda como para lograr su sobriedad.

Cuando por fin el Dr. Bob y Bill se conocieron, el encuentro produjo en el Dr. Bob un efecto inmediato. Esa vez, se encontraba cara a cara con un compañero alcohólico que había logrado dejar de beber. Bill recalcaba que el alcoholismo era una enfermedad de la mente, de las emociones y del cuerpo. Este importantísimo hecho se lo había comunicado el Dr. William D. Silkworth, del Hospital Towns de Nueva York, institución en la que Bill había ingresado varias veces como paciente. Aunque era médico, el Dr. Bob no sabía que el alcoholismo era una enfermedad. Las ideas contundentes de Bill acabaron convenciendo a Bob y pronto logró su sobriedad y nunca volvió a beber.


6.6.11

10 de Junio 2011 76º Aniversario Mundial de Alcohólicos Anónimos (1935-2011)

El día que conocí a Bill W. (tercera parte) 
Artículo de la Revista TV ESPAÑOL  entrevista hecha por el periodista salvadoreño José Bernardo Pacheco en el año de 1967.

“Durante una de mis interminables noche de insomnio, caí al fondo del abismo, al infierno mismo
-recordó Bill- y se acabó mi terco orgullo e imploré con todas la fuerzas de mi alma: si existe un Dios, que se muestre, estoy dispuesto a todo, a todo”. De pronto su habitación del hospital se iluminó con una intensa luz blanca y un extraño éxtasis inundó y se apoderó del cuerpo de Bill. “Un viento, no del aire sino del espíritu soplaba y me sacudía intensamente; me sentí en paz y pensé que por muy malas que parezcan las cosas siempre están bien con Dios y su mundo”, me aseguró Bill.

El 18 de diciembre de 1934 Bill salió del hospital y nunca en su vida volvió a probar el alcohol, y siempre tuvo el cuidado de aclarar que la mayoría de alcohólicos no sufren experiencias como la suya. “La mayoría encuentra lentamente a su Dios, a su Ser Superior”.

Durante sus primeros meses de sobriedad Bill sacaba borrachos de las cantinas y los llevaba a las reuniones del Grupo Oxford, donde trataba crearles conciencia sobre los grandes peligros del alcoholismo pero ninguno se recuperó. Trató de ayudar a los pacientes del Hospital Towns, pero también fracaso en su intento por recuperar en su fase final a muchos alcohólicos.

Recuperado en su alcoholismo, Bill volvió al trabajo en las inversiones., pero en su viaje de negocios a la ciudad de Akron, Ohio, sintió el imperioso deseo de beber alcohol por lo que llamó por teléfono al azar, a una iglesia, y preguntó si por allí se encontraba algún alcohólico empedernido con quien poder platicar. Esta llamada lo condujo milagrosamente al doctor Robert Smith (el Dr. Bob), alcohólico desesperado que había tratado de dejar de beber y no lo había logrado...

Bill y el Dr. Bob platicaron extensamente durante varias horas. Bill no predicó, sino relató su historia y su sed imperiosa de alcohol de apagó, como se apaga con la fuerza del agua un voraz incendio que lo está convirtiendo todo en cenizas. Después de una terrible borrachera, algo similar le ocurrió al Dr. Bob quien bebió su último trago el 10 de junio de 1935, naciendo de esta manera la Sociedad de Alcohólicos Anónimos, aunque aún no tenía nombre. “Yo comprendí, en el acto, que en mi feliz encuentro con el Dr. Bob se sentía poderosamente la mano de Dios”, me confeso Bill.

En 1938 Bill escribió un libro de 164 páginas con el título de Alcohólicos Anónimos del que se vendieron pocos ejemplares, pero la hermandad siguió creciendo. En 19441, el diario THE SATURDAY EVENING POST publicó un artículo sobre alcohólicos anónimos causando gran sensación, lo que hizo brotar grupos de A.A. por todo el país y, más tarde, por todo el mundo. La semilla sembrada por Bill y el Doctor Bob había germinado dando grandiosos frutos porque el libro Alcohólicos Anónimos ha sido traducido a más de 35 idiomas y sólo en 1985 se vendieron 70 mil ejemplares, sumando en total cerca de 90 millones de copias vendidas hasta ahora y grupo que Bill inauguró en Brooklyn en 1935 tiene en la actualidad más de 250 mil grupos afiliados.

El 24 de enero de 1971 murió Bill W. a la edad de 75 años víctima de enfisema, dejando una herencia de bienestar a la humanidad como nadie lo ha hecho. El mundo entero entristeció, y dos días más tarde el diario The New York Times publicaba la nota necrológica en la primera página, conociéndose su nombre completo: William Griffith Wilson.

3.6.11

El día que conocí a Bill W.
Fundador de la Sociedad de Alcohólicos Anónimos.
(segunda parte)

Artículo de la Revista TV ESPAÑOL, entrevista realizada por el periodista salvadoreño José Bernardo Pacheco en el año de 1967. 
 
Cuando Bill regresó a E.U.A. trabajó como investigador de fraudes en una compañía de seguros mientras estudiaba para abogado en la Escuela de Leyes de Brooklyn, Nueva York. Más tarde llegó a ser un excelente analista de la Bolsa de Valores logrando inmensas fortunas para él y sus clientes, pero el alcoholismo iba imponiéndose a pase acelerado y seguro...El día de su examen final en la Escuela de Leyes esta tan ebrio que a esas alturas cualquier fracaso le servía de pretexto para emborracharse. Y cuando Bill bebía se mostraba soez, violento, intolerable e intolerante y peleaba con meseros de restaurantes, cantineros, taxistas, oficiales de policía y hasta con desconocidos sin motivo alguno. “Mi alcoholismo era, a todas luces, explosivo”, reconocía Bill.

Por las mañanas, al sentir culpa y remordimiento, Bill juraba a su esposa que nunca más volvería a beber, pero por las noches esta ebrio otra vez, y otra vez hasta el desconsuelo de su dulce Lois.

La quiebra de la Bolsa de Valores, en 1929, llevó a la ruina total a Bill, lo que no había logrado su alcoholismo. Muy endeudado se fue a vivir a la case de los padres de Lois, y mientras ella trabajaba, Bill vivía para beber, porque tenía que beber para beber para vivir. “Igual que otros alcohólicos, yo ocultaba el licor en el desván, debajo de los muebles, incluyendo mi cama o en el depósito de agua del excusado”, relató.

En 1932 Bill comenzó a temer por su salud mental, creía que se estaba volviendo loco: “Una vez, embriagado, arrojé una máquina de coser contra mi adorada Lois pero no llegue a golpearla; en otra ocasión me sentía tan mal que temía hasta el pánico que los demonios que había dentro de mi me hicieran lanzarme por la ventana del segundo piso de mi dormitorio, por lo que arrastré un colchón a la planta baja por si saltaba súbitamente”.

En 1934 Bill ingresó al Hospital Charles Towns de Nueva York especializado en el tratamiento del alcoholismo, época en que se consideraba al alcohólico una persona sin buen voluntad, sin carácter ni disciplina moral, en pocas palabras un sinvergüenza, pero el doctor William Duncan, que aseguraba que el alcoholismo era una enfermedad, le dijo a Bill que estaba en un estado tan avanzado su alcoholismo que era muy difícil su recuperación porque daba señales de grave lesión cerebral y que podría pasar hospitalizado es resto de su vida como un demente.

Bill respondió satisfactoriamente al tratamiento, se le veía robusto y fue enviado a su casa para su recuperación total. Dejó de beber alcohol varios meses, pero a la mañana siguiente del aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial, Lois lo encontró borracho aferrado a la cerca que rodeaba la casa. Bill vio que en los ojos de su querida esposa moría el último rayo de esperanza y se derrumbaba toda voluntad humana. “En ese momento yo supe que estaba condenado a la locura o a la muerte, y me resigné mi final: mientras tenga la ginebra en mis manos... un par de semanas después, tras otra borrachera, volví al hospital e ingrese voluntariamente”, recordó Bill agregando que su amigo y compañero de borracheras e infortunio Ebby Thatcher le había aconsejado que fuera honesto consigo mismo, que aceptara que estaba destrozado totalmente y que hablara con alguien y que se encomendara a Dios porque estaba liquidado. “Pero yo no quería saber nada sobre la existencia de Dios o de un Ser Superior”, dijo Bill reconociendo que se había situado voluntariamente a sólo un paso de la locura o la muerte...

Nueva Junta de Servicio en el Grupo

El grupo de A.A. San Cristóbal realizó su cambio de Junta de Servicio en Sesión de Trabajo, el pasado 30 de mayo; quedando conformada así: Pedro Z. como Coordinador, Luis L. como Secretario, Francisco P. como Tesorero, Norman M. como Encargado de Literatura, Rodolfo T. y Martha H. como vocal I y II respectivamente, por el período del 01 de Junio 2011 al 30 de Septiembre 2011.

2.6.11

El día que conocí a Bill W.
Fundador de la Sociedad de Alcohólicos Anónimos.

Entrevista realizada por José Bernardo Pacheco de la Revista TV ESPAÑOL.

En 1967 visité la sede de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, en Nueva York, como parte de una gira de estudios por los Estados Unidos de América, ocasión que aproveché para lograr una entrevista periodística con Bill W., fundador de la Sociedad de Alcohólicos Anónimos, AA, que en aquella época tenía más de 90,000 grupos afiliados en 116 países del mundo, incluyendo Rusia y Polonia, primeras naciones detrás de la “cortina de hierro” que aceptaron los grandes beneficios sociales y de salud del programa de recuperación de A.A.

Bill W. me recibió como a un viejo amigo en la oficina central de Alcohólicos Anónimos de Nueva York el 12 de enero de 1967, día que conocí a este extraordinario “hombre ordinario”, reconocido por el mundo como el más grande arquitecto social del siglo XX.

Bill W. me recibió por mi gran interés demostrado en conocerlo y, en especial, como él me lo dijo: “Porque tú vienes de El Salvador, un país que yo admiro mucho por ser la tierra extranjera más fértil donde germinó y dio frutos extraordinarios el programa de recuperación de Alcohólicos Anónimos”. Su admiración por mi patria –le respondí a Bill W. – nos enorgullece a los salvadoreños. A todos.

Nadie ha tenido una historia más grande que contar, como la propia vida de Bill W. y el nacimiento de Alcohólicos Anónimos; “Un cuento para irse a dormir”, Como él lo decía con toda humildad. Bill W. nació el 26 de noviembre de 1895 en la ciudad de Dorset, Vermont, E.U.A. Cuando él tenía 10 años de edad sus padres se divorciaron y quedó a cargo de sus abuelos maternos. En aquella época, 1906, un divorcio era desastroso para la familia, y para un niño, peor... Para contrarrestar su soledad y angustia el pequeño Bill tenía que hacer grandes esfuerzos para sobresalir; a los 12 años de edad comenzó ambición y espíritu de competencia al destacarse en la música, los deportes y las ciencias. Con sus frágiles manos reparó un violín roto y practicó con el hasta llegar a ser el primer violinista de la orquesta de su escuela. Sin ser un atleta por naturaleza se esforzó y logró ser el capitán del equipo de béisbol.

Bill bebió su primer trago de alcohol a los 22 años de edad cuando era oficial del Ejército de E.U.A durante la Primera Guerra Mundial, en 1918. El tímido Bill se sentía incómodo y marginado en las reuniones, hasta que alguien le dio de beber un cóctel de ginebra y vermut mezclado con jugo de naranja. “Aquella enorme barrera que me había separado de los demás se derrumbó y sentí inmediatamente que ya pertenecía al grupo, que era yo parte de la vida; cuanta magia había en aquellas bebidas alcohólicas, podía hablar, reír con seguridad y ser muy ingenioso” , creía Bill, convirtiéndose desde un principio en un bebedor compulsivo, fue de esas personas a las que el alcohol les altera destructivamente el cerebro y las emociones, y ya no tienen control después de beber el primer trago que provoca el imperioso deseo del segundo, el segundo del tercero, el tercero del cuarto... y así hasta la tragedia que puede ser la locura, la cárcel o la muerte como punto final.


En 1913 Bill conoció a Lois Burnham esbelta y refinada muchacha de una adinerada familia de Nueva York, y se enamoró decididamente de ella. El amor de Lois por Bill fue tan apasionado, puro y constante, que resistiría los tormentosos y trágicos años del alcoholismo de Bill, quien ya casado con Lois viajó a Francia luciendo sus insignias de teniente de artillería y, al finalizar la Primera Guerra Mundial, en 1918, había demostrado Bill que era un triunfador, un líder de hombres destacados, un héroe como pocos.

Continuará...